
La NASA ha evaluado el riesgo que supone para nuestros ingenios allá arriba y prevé incluso reorientar la estación internacional en el caso más extremo, una medida drástica que, pese a todo, espera no tener que llevar a cabo. Al parecer, los operadores de las naves ya han comenzado a recibir datos para planear acciones defensivas.
Según explica William Cooke, del Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA (Huntsville, Alabama), los expertos predicen un fortísimo estallido de las Dracónidas, en forma de una gran tormenta, el 8 de octubre de 2011.
Se espera hasta un pico de varios cientos de «moscardones» espaciales por hora. ¿Hasta qué punto puede dañar las naves? Cooke advierte de que más vale prevenir y que la próxima tormenta no debe ser ignorada.
La ISS tiene un escudo contra las rocas espaciales y, en caso necesario, podrá ser reorientada, una medida extrema que Cooke no cree que se convierta en realidad. Lo mismo ocurrirá con el telescopio Hubble. Como cada nave tiene distintos umbrales de daño, el científico anima a los programadores a determinar si es necesario preparar estrategias de defensa. «Si te impacta un meteoro esporádico es mala suerte. Si lo hace una lluvia de meteoros, es negligencia», apunta el científico.

El máximo está previsto la noche del 8 al 9 de octubre a las 22 hora peninsular. La actividad de la lluvia según las previsiones más optimistas podría ser hasta siete veces la actividad de las famosas Perseidas o lágrimas de San Lorenzo. Pese a la presencia de la Luna en fase llena se estima que desde un lugar oscuro, alejado de las ciudades, pueda verse hasta una estrella fugaz por minuto. Esto constituye un espectáculo para todos los públicos, favorecido por ser un sábado a una hora temprana de la noche. Tan sólo es necesario alejarse de la luz de las ciudades, y mirar al cielo dando la espalda a la Luna. Desde cualquier lugar se podrá ver este fenómeno desde el fin del crepúsculo hasta las 23:00 (hora española)
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