
El proyecto SPS-ALPHA, anuncia la NASA, es “una novedosa aproximación bio-mimética al desafío de la energía solar espacial” y su apoyo tiene como objetivo que se pruebe experimentalmente la viabilidad de este tipo de satélites. La primera propuesta de este tipo de dispositivos vino precisamente de un ingeniero de
NASA,
John Mankins, que trabaja ahora con la compañía
Artemis. La idea de
Mankins está inspirada en la manera en que
las flores aprovechan la luz del sol. Su intención es que las aspas del satélite sean una especie de “
pétalos” cubiertos por decenas de pequeños espejos que redirigirán la luz a células fotoeléctricas. La energía generada en estas células se transformará en microondas que serán proyectadas a una estación
en la Tierra donde se podría obtener
decenas de miles de megavatios de energía. Para que el proyecto sea viable, los espejos y las células fotoeléctricas deben ser lo suficientemente ligeros como para que puedan ponerse en órbita con vehículos convencionales. Asimismo, el satélite se situaría a suficiente distancia de
la Tierra como para recibir la energía del sol de manera constante y sin pasar por zonas de oscuridad. Si a la
NASA le gustan los resultados que presente la empresa, es posible que el siguiente paso sea construir una versión en escala reducida y ponerla en órbita para probar su funcionamiento. Si este prototipo funcionara, tal vez se podría construir un satélite a escala real y probar por primera vez si la energía rebotada desde la órbita puede ser la solución energética que los científicos llevan décadas buscando.
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